jueves, 10 de julio de 2008

El plan macabro del Neoliberalismo

Lo afirmó la escritora Noami Klein
“El neoliberalismo se impone aprovechando las crisis”

Naomi Klein, periodista, escritora canadiense y autora del interesante libro NO LOGO, pasó por Argentina durante el marco de la 34º Feria del Libro para presentar su nueva obra: un análisis de seiscientas páginas sobre el neoliberalismo y el surgimiento de estas políticas en América Latina.
Cuando llegó a la Argentina ofreció varias entrevistas a periodistas locales. CNE-Chubut rescató los siguientes informes:

Cuándo el periodista le pregunta el por qué, de la elección de los países latinoamericanos y más precisamente la República Argentina y Chile como elemento de investigación, la escritora de NO LOGO, le contesta, “bueno... porque tanto Argentina como Chile, en los ´70, fueron la prueba de laboratorio para el neoliberalismo. De hecho, estos fueron los primeros países en los que las teorías de los ´Chicago Boys´ y Milton Friedman fueron aplicadas en el mundo real, y por esa razón fue que los decidí usar como ejemplos”

Un veterano de varios golpes de Estado argentinos explicó cuál era la opinión den­tro del ejército: «En 1955 creíamos que el problema era [Juan] Perón, así que lo eliminamos; pero en 1976 ya sabíamos que el problema era la clase trabajadora».
Además, la escritora y periodista canadiense dijo lo siguiente:

NK: "...En enero de 2002, cuando vine por primera vez, todavía reinaba una gran confusión pero lo que me impactó –y esa es la raíz de la tesis de este libro– fue escuchar los relatos de la gente sobre por qué el país había reaccionado así el 19 y 20 de diciembre. Tantas personas contaban la misma historia: "De la Rúa habló por televisión, declaró el estado de sitio y esa situación nos recordó el pasado". En 2001 ustedes tenían el contexto clásico para la aplicación de la doctrina del shock; esa vez no funcionó pero, recordémoslo, se intentó hacerlo.

¿A qué se refiere?
NK: Ustedes tenían una crisis económica, hubo un intento del FMI y de Domingo Cavallo de aplicar un programa de austeridad total, de aprovechar esa crisis económica para llevar el neoliberalismo aún más lejos. En los Estados Unidos había un grupo de economistas de derecha, como Rudiger Dornbusch, que proponían que la economía de Argentina se trasladara offshore. Es la idea más radical que jamás se haya oído. Ninguna de esas ideas prendió y la gente las rechazó porque había aprendido de aprovechamientos anteriores del shock. Cuando De la Rúa declaró el estado de sitio, la gente recordó 1976. Ustedes tuvieron una memoria histórica. En un momento en el que la gente podría haber sido vulnerable a otra terapia de shock económico, algo la mantuvo fuera. Sorprendente. Lo contrario de un shock, como una hiper-orientación. Todo el mundo estaba súper despierto. Detectar las motivaciones de "todo el mundo", despiertos o dormidos, no es tan sencillo. Mucha gente salió por propio interés, sin duda. Pero la experiencia cambia a la gente.

Aquellos días de diciembre son interesantes en contexto: por ejemplo, con los cacerolazos de los días previos, una práctica que nace en el Chile anti-Allende. Días atrás tuvimos nuevos cacerolazos y protestas en calles y rutas. ¿Cómo interpreta estos acontecimientos?
NK: No los interpreto porque no los he investigado. Es fácil olvidar que había un programa ambicioso de aprovechar ese shock para adueñarse de la economía argentina, y eso no ocurrió.

Es conciente de que el proceso es muy complejo
NK: Sí. En este gobierno se han producido algunos cambios muy simbólicos. Y creo que la postura de Kirchner ante el FMI fue importante para el debilitamiento del FMI. Ahora el Fondo está en una profunda crisis y la Argentina desempeñó un papel significativo en ella. Dicho esto, no creo que los Kirchner realmente rechacen muchos postulados del neoliberalismo: le pagaron al FMI y la cuestión crucial es la redistribución de la riqueza. El legado neoliberal es la desigualdad masiva y la aniquilación de la clase media, por eso, la reconstrucción pasa por abordar la desigualdad y eso no ocurre aquí de manera significativa.

¿Es este un gobierno anti neoliberal?
NK: No sé. Pero diciembre de 2001 fue un tiempo de cambio y también de desilusión porque había muchas esperanzas en ese potencial y creo que hubo muchas oportunidades perdidas.

¿Por ejemplo?
NK: Una de las desilusiones es la de las fábricas recuperadas. Eso podría haber sido un cambio de política pero para que eso ocurra hace falta un gobierno al que le interese cambiar la dinámica (y gente que se lo exija), alejándose de la asistencia y la beneficencia para acercarse a la autosuficiencia, que es la amenaza fundamental porque el modelo clientelista es una maquinaria política. Las cooperativas autónomas no necesitan tanto a los partidos políticos. Esto no sólo ocurre en la Argentina. Ese nuevo paso para institucionalizar otro modelo económico no se dio y esa es otra desilusión. Pero creo que sí se está haciendo en otros países que tienen otra relación con los movimientos sociales, una relación más igualitaria. Mire a Evo Morales: tiene que dar respuesta a los movimientos sociales pero no existe esa maquinaria política tan difícil de desarticular. Es un desafío muy particular.
Pero el peronismo –eso aprendí en la Argentina– es único......"

En su novedoso libro sostiene:

“Tanto en Chile como en Argentina los gobiernos militares utiliza­ron el caos inicial del golpe para lanzar con éxito su ataque contra el movimiento sindical. Claramente se trató de operaciones planeadas con mucha antelación, pues las redadas sistemáticas empezaron el mis­mo día del golpe”.

“No fueron sólo los sindicalistas los que sufrieron un ataque preventivo: lo sufrió cualquiera que representase una visión de la sociedad construi­da sobre cualquier valor que no fuera el puro beneficio”.

“Particularmen­te brutales a lo largo y ancho de la región fueron los ataques a los gran­jeros que se habían implicado en la lucha por la reforma agraria. Los líderes de las Ligas Agrarias Argentinas —que habían difundido ideas incendiarias sobre el derecho de los campesinos a poseer tierras— fue­ron perseguidos y torturados, a menudo en los mismos campos que tra­bajaban, a la vista de toda la comunidad. Los soldados utilizaban las ba­terías de los camiones para dar electricidad a sus picanas, volviendo aquel ubicuo utensilio campesino contra los propios granjeros”.

“Mientras tanto, las políticas económicas de la Junta fueron un auténtico regalo pa­ra los terratenientes y ganaderos. En Argentina, Martínez de Hoz elimi­nó los controles sobre el precio de la carne, con lo que éste subió más de un 700 %, provocando un récord de beneficios”.

“En los barrios pobres, el objetivo de los ataques preventivos fueron los trabajadores comunitarios, muchos de ellos asociados a la Iglesia, que organizaban a los sectores más desfavorecidos de la sociedad para que exigieran sanidad, vivienda y educación públicas o, en otras pala­bras, para que pidieran el «Estado del bienestar», que era precisamente lo que los de Chicago estaban desmantelando. «¡Los pobres no van a tener más santurrones que cuiden de ellos!», le dijeron a Norberto Liwsky, un doctor argentino, mientras «aplicaban descargas eléctricas en mis encías, pezones, genitales, abdomen y orejas»”.

“La pauta de las desapariciones estaba clara: mientras los terapeutas del shock eliminaban todos los resquicios de colectivismo de la econo­mía, las tropas de shock debían eliminar a los representantes de ese ethos de las calles, las universidades y las fábricas".

"Mientras se trataba de extirpar el colectivismo de la cultura me­diante medidas políticas, dentro de las prisiones la tortura intentaba extirparlo de la mente y el espíritu. Como una editorial de la Junta ar­gentina subrayó en 1976, «también las mentes deben limpiarse, pues es allí donde nació el error»”.

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