Por Sergio Espinoza
Es difícil cambiar, manejar o controlar los precios ya que Argentina se maneja en cuestión económica dentro de un modelo de libre mercado. Todas nuestras leyes están manejadas desde esa lógica.
Vivimos dentro de un sistema capitalista y cualquier Estado o Gobierno nacional tiene en primera instancia las manos atadas para implementar políticas que regule la libre comercialización.
Las empresas son las que ponen los precios, no el Estado. Es un análisis limitado el que culpa a cualquier Estado por los aumentos de precios.
Sí el Estado interviene en el libre mercado de la oferta y la demanda habrá otros que pongan el grito en el cielo argumentando que queremos ser como Cuba o
Por otro lado, está bueno como ciudadanos preguntarnos que en qué sistema económico queremos vivir. Sacarse el miedo de esto de salir del liberalismo si eso es necesario para el crecimiento de la industria nacional y el crecimiento del mercado interno con inclusión.
Cuba ya no es un cuco, cómo
Además, no es el Estado en estos momentos el que tenga que modificar cosas, sino la ciudadanía misma. Si la sociedad pide, reclama, una posición más firme que llegue a modificar los conceptos básicos en donde se apoya la matriz de nuestro modelo económico, éste que se afirmó desde
En el caso del Indec. Está bien las dudas sobre su funcionamiento, pero el problema es de fondo, no coyuntural. Me puedo apoyar o lamentar en cuestiones del momento, claro porque lo vivo, es lo que más cerca del registro de la realidad que tengo, pero es el fondo que tengo que modificar. Es el tema de fondo y en este caso es en qué si el sistema capitalista conviene o no para los ciudadanos argentinos. Si decidimos que conviene, entonces de qué podemos quejarnos. Si conocemos las reglas de juego no hay quejas, habrá lamentaciones porque a uno le fue mal o bien con eso. La cuestión es conocer las reglas de juego.
Las reglas de juego actuales son las que se basan en un sistema capitalista dentro de un modelo de libre mercado y su base de fundamento ideológico es el liberalismo.
Todos los gobiernos se mueven desde esa base, algunos más conservadores otros más populares, pero nadie se atreve a cambiar el sistema, porque el único que pueda elegir otro sistema económico es el pueblo.
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