El Cuento de la Libertad de Prensa
Escrito en 1957. Plena Guerra Fría. Ubicándonos en el tiempo y sin pre - conceptos ni pre - juicios. Invitamos a pensar el tema.
Escrito en 1957. Plena Guerra Fría. Ubicándonos en el tiempo y sin pre - conceptos ni pre - juicios. Invitamos a pensar el tema.
En el mundo hay sólo dos grandes cadenas de diarios, revistas y órganos publicitarios diversos: las que responden a la tendencia occidental, dirigidos, manejados y financiados desde la “Sociedad Interamericana de Prensa” (S.I.P.) con sede en Nueva York, y los diarios rusos que funcionan detrás de la cortina europea y la cortina asiática. Los rusos manejan todo desde Moscú por órganos oficiales de la propaganda. Los occidentales, en cambio, simulan hacerlo con empresas privadas, de acuerdo con los principios que simulan sostener pero, los perros son los mismos, aunque varíen los collares. Escapan a estas agrupaciones regimentadas, por uno u otro sistema, los diarios ingleses que, como su Gobierno, están algunas veces con Washington y otras con Moscú.
Los órganos independientes que en pequeño número funcionan en algunos países deben vivir muy aleatoriamente, desde que las grandes cadenas les hacen una guerra ruinosa de avisadores, hasta conseguir su ruina económica. El sistema es fácil, mediante los grandes órganos que realizan el boicot a las empresas comerciales y particulares, que avisan en los diarios de la “Lista Negra”. Así se va consiguiendo una unanimidad para que todos los “órganos de opinión” respondan a la “voz del amo”. A esto se le llama ahora “libertad de prensa”.
Si algún mandatario, en uso de su derecho que no se le niega a estos empresarios de la falsedad, se decide a tener sus propios órganos de opinión o tomar medidas en defensa de los intereses nacionales limitando la licencia y la procacidad de los “órganos encadenados”, mediante una censura apropiada, entonces todas las Agencias de Noticias también encadenadas, comienzan a cursar despachos con “noticias” en los que se tendrá buen cuidado de decir que se trata de un “dictador” y que el régimen es “totalitario” o “antidemocrático”.
Yo nunca he dado crédito y menos me he tragado las “fritadas” preparadas en los despachos de los servicios de inteligencia y propaganda de los distintos organismos que dirigen estas actividades y jamás, cuando ejercí el Gobierno, me dejé impresionar por estas supercherías. Por eso he tenido el honor de contarme entre los “totalitarios”.
La influencia que a principios del siglo adquirió la publicidad ha sido decisiva para su utilización en la política internacional.
El prestigio de los antiguos diarios veraces y difusores del bien, aprovechado por aventureros y traficantes, sufrió la suerte consiguiente. La opinión no pudo haber escapado a la terrible deformación de todos los valores que ha caracterizado a nuestro tiempo. Hoy, no es secreto para nadie, que muchos consorcios y cadenas de diarios no son sino empresas comerciales, que venden papel impreso como se venden cosméticos o artículos de ferretería.
Antes los diarios pobres pero honrados, se elevaron moralmente con su información leal y su prédica honorable. Cuando apareció la publicidad fueron poco a poco envileciendo su primitiva posición para servir los móviles de sus avisadores y su propaganda. Convertidos así en un vulgar comercio, los diarios degeneraron paulatinamente hacia verdaderos monopolios.
Hoy no hay quien no utilice la publicidad para fines propagandísticos, con resultados variables. Pero los imperialismos sustentan algo más serio que la simple publicidad. A ellos no les es suficiente publicar un aviso para vender su artículo, sino que deben imponerlo a toda costa, y para eso, no es suficiente avisar. Por eso los Estados Unidos han creado todo un servicio publicitario, disfrazado con diversos nombres y siglas. Este servicio comprende toda una organización que involucra al que hace o inventa la noticia, la estudia, la explota, la depura, la distribuye y la reproduce. Es claro que todo este organismo, que comprende las llamadas “fuentes de información” y “empresas internacionales de noticias” obra sin un designio preconcebido que se imparte como objetivo desde un lugar central que dirige y comanda al grupo.
Si desde un diario se puede hacer un chantaje a una persona, desde esta organización se lo puede hacer a toda una nación. Por este medio se puede llevar al descrédito a un Gobierno y a un pueblo entero a la guerra. Algunas de estas empresas internacionales pertenecen o trabajan para los servicios de espionaje de los países que, mediante el zarandeo arbitrario de la “libertad de información” y “acceso a las fuentes de información”, abren el camino a la actuación de numerosos agentes y espías, asegurándoles un cierto grado de impunidad.
La libertad de prensa, motivo de intensa campaña, no presupone defensa de principio sino una verdadera agitación internacional dirigida a imponer una forma de influir en la opinión por los medios publicitarios al servicio de las empresas y países que la costean.
Cuando se habla de “opiniones independientes” de los “grandes diarios” con insistencia sospechosa en numerosos órganos de distintos países, puede individualizarse perfectamente la organización del monopolio que abarca el “trust” de publicidad dirigido por las grandes centrales de los países. Los congresos internacionales de editores, no son otra cosa que reuniones “sui generis” de directorio o de empleados que van a esas centrales a recibir instrucciones. El Pueblo les ha llamado con propiedad “la voz del amo” o “los diarios encadenados”.
No es tampoco un secreto para nadie que, en diversos países, se editan diarios “independientes” dirigidos y administrados en el exterior que, cuando tienen un contratiempo en un país, las protestas se producen a 4.000 kilómetros de distancia. Todo esto no es nuevo ni debe movernos a perplejidad, porque es un episodio más de la lucha política internacional, accionando “subterráneamente” pero movida por manos irresponsables.
En su mayoría, estos diarios que invocan aquí y allá a la opinión pública, no la representa en manera alguna. Pretenden encaminar a esa opinión hacia los intereses u objetivos que defienden, no siempre confesables, lo que les obliga a ocultarse tras el engaño que invocan.
Las campañas sincronizadas a base de noticias fabricadas, calumnias inauditas y falseadas de a puño, no son en manera alguna peligrosas para nadie pues los pueblos han llegado a descubrir la verdad a través de la mentira. Pero esos diarios tendrán su castigo, pues si alguna vez dicen la verdad, nadie se la va a creer.
Todo este armatoste civil se utiliza también desde los organismos de defensa. Los órganos que dirigen la guerra, como los comandos que la conducen, poseen oficinas especiales dedicadas al aprovechamiento de todo material informativo. A esos organismos llegan las informaciones más diversas, por los medios más heterogéneos y de las más variadas fuentes. Su misión consiste en recibirlas, depurarlas, confirmarlas y aprovecharlas. El aprovechamiento es función del Servicio de Inteligencia. Toda noticia debe ser explotada en la propaganda, contrapropaganda, provocación, espionaje, etc.
En esas tareas de guerra, la verdad es suplantada por la necesidad de servir directa o indirectamente al objetivo que se persigue. Las noticias, informaciones o comunicados que emergen de la dirección de la guerra o de los comandos de la conducción, contienen sólo la verdad que conviene, a la que se agrega lo que interesa a los fines de la mejor conducción. Para que estas tareas puedan ejecutarse congruentemente, es menester una absoluta centralización de estos servicios. Las grandes centrales de información son las únicas técnicamente habilitadas para la explotación integral de la noticia.
En la larga etapa guerrera que va desde 1914 hasta nuestros días, la técnica militar de la información pasó de los organismos castrenses a las organizaciones civiles. Es así que, las antiguas agencias de noticias pasaron a ser verdaderas centrales de información, convirtiéndolas en organismos estatales o subvencionados, generalmente integrantes de los “servicios de inteligencia”. Por eso también “disfrazados de periodistas” actúan en el mundo un sinnúmero de agentes de espionaje y provocación de esos servicios.
La lucha por el “libre acceso a las fuentes de información” no es sino el intento de facilitar el espionaje con un cierto grado de impunidad, en cumplimiento de misiones establecidas en los respectivos “planes de búsqueda”. La asimilación de los métodos militares a las actividades de la información civil, por influencia del permanente estado de guerra ha sido tal que, en la actualidad, no existe agencia informativa que actúe fuera de la influencia y de la técnica antes
mencionadas.
Por eso los órganos publicitarios de todos los países servidos por esas “agencias”, consciente o inconscientemente, no son otra cosa que agentes del servicio de inteligencia de los diversos centros activos de la dirección de la guerra.
Cada país, interesado en el mejor cumplimiento de sus tareas, ha llegado a poseer sus propios servicios internacionales de información y difusión. Mediante ellos libra en lo político, en lo económico y en lo militar la lucha en el campo publicitario. Los países que no poseen tales servicios están indefensos e inermes en esa lucha.
Por eso cuando hablamos de organismos que en el orden mundial distorsionan y falsifican la información para engañar a los pueblos, controlando y dirigiendo las noticias desde conocidos centros internacionales, utilizando centrales periodísticas que “cocinan” información en función de intereses, no decimos nada nuevo ni desconocido. Mencionamos sólo una técnica y señalamos un procedimiento cuyas consecuencias sufrimos en nuestros países y en el resto del mundo servido por esas “agencias”.
“Los Vendepatria”, Juan Domingo Perón
Editorial Línea Dura en el exilio, año 1957
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